Son aquellas luces que van y vienen,
sin pedir permiso, de la mano de esos enamorados,
de aquellos que, no en vano, sostienen
el nítido firmamento del caminar de a dos.
Se cruzan, entretienen,
para dar rienda suelta a los corazones sobresaltados
y comenzar la aventura que al corazón carcomen,
para sentirse desatados...
No importa el lugar, ni el tiempo, solo previenen
ese fatal instante que lleva a ser besados,
a ser abrazados en un santiamén
y conocer el nuevo horizonte de ser amados...
Van y vienen,
de una esquina a la otra, tal vez, deseados
en el confín de lo ardiente y se atienen,
sin respiro, a encontrarse cara a cara y mirados...
Javier Sanz
18/11/05
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