sábado, 24 de diciembre de 2005

CAMPANAS.

Mientras muchos brindan sin parar,
las campanas van doblando sus badajos,
para encender la frivolidad y así acaparar,
casi sin pensar, el escenario de lujos.
 
Pero otros, sin mesa y sin aliento, ven evaporar
sus sueños añejos,
sus ideales de mejorar
para ellos y sus hijos.
 
Esos pocos que eligen celebrar,
sin reparar en los muchos que están lejos,
lejos de toda posibilidad de la dignidad, pretenden no mirar
y escaparse en el bosque tupido de sus vasos viejos.
 
Sin embargo, los que no son pocos y quieren respirar,
quieren ser dignos en su humanidad, en sus trapos viejos
para demostrar su valía en actos sencillos sin otro reparar
y así revelar su condición de seres humanos, sin tapujos...
 
Es Navidad y todos esos pocos olvidan en pleno acelerar,
que esos muchos son iguales en su ser, sin lujos,
con la calidez y la humanidad que muestran sin parar,
a pesar de arrancarles la dignidad en grandes tajos.
 
Doblan las campanas, sin esperar,
en abierta señal de duelo por esos muchos hijos,
por la gran humanidad que hoy no puede celebrar
porque los han hundido esos brujos...
 
Doblan las campanas intentando aclarar,
a pesar de las falacias y de los embrujos,
el horizonte cercenado que supieron acorralar
pero esos muchos sabrán luchar por sus hijos.
 
Es Navidad y la cuesta hay que escalar,
mientras los pocos buscan nuevos brujos
para oscurecer este tiempo de celebrar,
aunque ello nos lleve a la lucha en rieles desparejos...
 
Javier Sanz
24 / 12 / 05
 

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