sábado, 10 de diciembre de 2005

MEMORIA.

Entre la niebla del tiempo,
aquella que amenaza con cegar esa amarga sensación,
y las tinieblas cercanas, sin otro pasatiempo,
nuestra mente comienza otra turbación.
 
Era ese día en donde esa amistad no se escapó,
sino que se escurrió en esa escabrosa mutilación,
a manos de los esbirros que, en pleno campo,
se dedicaron a arrancar nuestra feliz contemplación.
 
Era ese día en donde esa familia, al igual que el topo,
se encaminó hacia el camino de la emigración
escapando del horror, de ese terrible verde sapo,
para caminar hacia una nueva salvación.
 
Era ese día donde muchos pensaron: ¡¡ pobre tipo !!,
por algo será..., mientras la destrucción,
en manos de garras feroces y con gran anticipo,
asolaba estas tierras sin compasión.
 
Era ese día, como hoy, en el campo,
cuando todo parecía ser mera delación
y nada impedía a las fieras para la cacería sin tiempo,
aprovechando nuestro ser en distracción...
 
Entonces, hoy es el día de sentir otro cepo,
otra cruel insatisfacción,
la de aquellos instrumentos que, en nuestro cuerpo,
hacen sentir la misma sensación.
 
De la mano de otro método sutil, nos hacen como harapo,
nos dejan en la postración,
para que no olvidemos el mando de ese tiempo
y sigamos en eterna postergación.
 
Sin embargo, pese a todo, buscamos liberarnos del cepo,
de esa nueva reducción,
para convertirnos en nuevo cuerpo,
para encontrar lo que buscamos: la libertad sin condición.
 
 
A la memoria de los 30.000 desaparecidos y de quienes, hoy día, están sumergidos entre la pobreza y la indigencia en la Argentina y en Latinoamérica...
 
Javier Sanz
 
  10/12/05
 

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