Están en todas partes, escondidos por las sombras,
pero no pueden revelar sus virtudes dulces
por imperio de quienes se arrogaron el derecho, con tibias palabras,
de hacer trizas sus esperanzas de dignidad encerrándolos en cuatro paredes, a veces...
No importan sus almas ni sus cuerpos, sólo importa esa imperfección en penumbras
para muchos seres que ignoran la real valía de sus mentes veloces,
no importa que ellos existan, en el medio del mundo, porque son simples sombras,
son simples fantasmas a los que se debe esquivar, aún con sus tibias voces.
Pero siguen buscando el camino con sus palabras,
con sus andares cansinos, con su voz aplacada y con sus osadías precoces,
ante la indiferencia de todos los seres en sus obras,
para encontrar lo perdido en el momento de unir sus amargadas voces.
Son ellos, son personas escondidas en los pliegues de las sociales penumbras,
los que sólo tienen ilusiones que nunca llegan a cumplirse, tantas veces,
por ese poder que los desconoce y los esconde, que los reduce a simples sombras,
pero que, en suma, son seres humanos que buscan lo perdido con nuevas voces.
Son las personas con discapacidad, las que necesitan de otras palabras,
de otras acciones, de otro mundo sin tantas sandeces,
para constituírse en seres dignos en un acontecer, con sus obras,
con sus voces...
En el Día Nacional e Internacional de la Persona con Discapacidad, para que las personas con discapacidad recuperen lo perdido: su dignidad. Negados por la sociedad y por el Estado, necesitan que se los revalorice en su verdadera dimensión y ello debe constituír el desafío de quienes creemos en una sociedad distinta.
Javier Sanz
03/12/06
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